sábado, 13 de noviembre de 2010

Ciclovía: ¡Silencio! ¡Pedaleo! ¡Acción!


Foto: Bogdan Konopka

La película, recubierta con haluros de plata, corre paralela al obturador, que impide el camino de la luz. Detrás, el lente la recibe, encuadra y enfoca, mientras el diafragma la dosifica. Al disparar, el obturador se repliega, permitiendo un fogonazo en plena oscuridad.

Basta la vigésimo cuarta parte de un segundo, o incluso la mitad, o la quinta parte, para que obre el prodigio: la masacre de los haluros de plata, quemados por la luz como minúsculas versiones del conde Drácula. Para su naturaleza pequeña y ultrasensible, un corpúsculo equivale a un rayo.

Pero su combustión no es vana. Sus cenizas capturan las sutiles diferencias entre los corpúsculos de luz, retratando, por ejemplo, la manera en que las comisuras de tus labios invitan a sonreír, o la contundencia con la que tus ojos interpelan o tu dedo advierte, largo y levemente torcido. ¡Benditos haluros! Soldados desconocidos que dan su vida a favor de nuestra batalla contra el olvido.

La energía terrestre viene del Sol en forma de luz. La energía con la que pensamos, con la que nos movemos, con la que nos amamos o nos jodemos o nos matamos fue rayito de sol alguna vez. Nuestros cuerpos mismos son amasijos de luz, petróleo autoconciente, nafta con pretenciones.

Aunque ya no brilla ni vuela, puede ser registrada en una nueva versión de cámara cinematográfica: la bicicleta. Los pedales son la puerta entrada, el timón el lente que la encuadra y enfoca, los cambios y los frenos el diafragma que la dosifica, la catalina el obturador que la neutraliza o la deja pasar, las llantas los rollos que hacen pasar la película, nuestra mente el eterno e incansable disparador.

La bici-cámara filma cuadros en movimiento, como un largo plano secuencia hitchcockiano rodado sobre una dolly de dos llantas. Y ahí voy yo, camarógrafo - guionista - director y productor ejecutivo a la vez, encaramado sobre los mandos, rodando sobre la bicla o rodando una película, la diferencia apenas es de forma, no de fondo.

Alguna vez pasó por mi cabeza convertirme en fotógrafo, pero en complicidad con mi bicicleta el sueño de ser cineasta perdura. Mi cámara, mi bicla. Mis temas, mis calles. Mi película, mi ruta; tan personal como las huellas de mis neumáticos o mis huellas dactilares... ¡Corta corta corta! Vamos hacer una más, por si acaso...

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Pablo Vásquez para Sophimanía

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