Nube de partículas alrededor de Formalhaut, la estrella más
brillante de la Constelación Piscis Austrinus. Foto: Hubble
Pocas veces es tan conocido un intrumento científico como en el caso del Hubble. Cuatro siglos después de la invención del telescopio, el Hubble vuelve a revolucionar el cosmos.
El más veterano de los telescopios espaciales da vueltas a la Tierra desde hace 20 años. "El Hubble cumplió con su trabajo como nadie pudo imaginar", señala con entusiasmo el coordinador jefe europeo del proyecto, Robert Fosbury. "Inauguró una nueva era de la astronomía", sentencia.
El telescopio abrió las investigaciones a planetas extrasolares. "Hasta el Hubble nadie descubrió estos planetas". Y hoy es incluso capaz de analizar la composición química de sus atmósferas.
Foto: NASA
La gran ventaja del observatorio espacial es que, más allá de la cargada e inestable atmósfera de nuestro planeta, se puede tener una visión libre de la profundidad del Universo.
El trabajo del Hubble es algo más que voluminoso: desde 1990 realizó 600,000 grabaciones de unos 30,000 objetos, según datos de la NASA. Cada mes transfiere a la Tierra 80 gigabytes de información, lo que equivale a unas 80 grandes enciclopedias.
Y su coste hasta el momento fue de 10,000 millones de dólares, invertidos por la NASA y en un 15 por ciento por la agencia estatal europea, ESA.
El Hubble ayudó a explicar el nacimiento de estrellas y planetas, a estimar la edad del Universo e incluso a investigar la misteriosa materia oscura. Igualmente logró maravillar al público con innumerables fotos espectaculares.
En muchas regiones aparentemente vacías y a millones de años luz, el Hubble halló rastros de galaxias. Quizás no pudo echar un vistazo al nacimiento del Universo, "pero sí a sus primeros millones de años, y esto revolucionó el mundo de la cosmología", dice Fosbury.
Los buenos resultados del Hubble estimularon la preparación de una nueva generación de telescopios espaciales. Pero su historia comienza ya hace un siglo, cuando el pionero en misiles Hermann Oberth (1894-1989) especulaba con la colocación de un telescopio en la órbita terrestre.
Su pinta ya no impresiona, pero su trabajo ha marcado un antes y un después
En 1977 el Congreso de Estados Unidos aprobó un presupuesto para la fabricación de un telescopio espacial. Ese proyecto recibió el nombre del astrónomo Edwin Hubble (1889-1953), quien en los años 20 demostró la expansión del universo y con ello los fundamentos del "Big-bang". Finalmente, el 24 de abril de 1990, el "Discovery" puso al Hubble en órbita.
Pero lo primero fue una decepción. El mayor de sus espejos, de 2.4 metros, tenía un defecto. Hasta tres años más tarde no se pudo corregir en una misión que obligó a los tripulantes a varias caminatas espaciales.
El último chequeo del Hubble tuvo lugar en mayo de 2009 y no se tienen previstas nuevas misiones. ¿Cuánto tiempo seguirá funcionando? No se sabe. "Para el próximo periodo de observación los científicos multiplicaron por diez sus peticiones de datos. Es todo un récord", estima Fosbury.
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Información de DPA. Resumen de Sophimanía
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