lunes, 26 de enero de 2009

¿Qué pasa tras la muerte de un satélite?


Si los controladores de la misión de un satélite se dan cuenta a tiempo de que perderán el control sobre su nave orbital pueden hacer que sus motores se enciendan para que ascienda al llamado "cementerio orbital", es decir una órbita más alta, donde es poco probable que un mal funcionamiento afecte el "vecindario".

Esto es lo que actualmente se está tratando de hacer con el Astra 5A, un satélite de comunicaciones que inexplicablemente dejó de funcionar el 15 de enero, tras años de buen trabajo.

Una alternativa militar es lo que hizo Estados Unidos el 20 de febrero del 2008, cuando destruyó con un misil su satélite espía 193, el que había salido de control y amenazaba con caer a la superficie con un tanque lleno de hidracina, un combustible tóxico que podría haber causado graves daños de caer en una zona poblada.


La cremación espacial de "Julio Verne", vehículo automatizado
de la agencia espacial europea. Fuente: NASA / AEU

China hizo algo similar el 2007, pero la explosión provocó una nube de fragmentos que puso en riesgo los satélites de otros países, generando a su vez otra nube, pero de críticas.

Otra opción es, simplemente, monitorear el problema, que es lo que actualmente hace Rusia con un viejo satélite llamdo Cosmos 1818, lanzado en 1987, cuando todavía existía la URSS.

Este satélite, que carga un pequeño reactor nuclear (hoy algo prohibido por las regulaciones internacionales), al parecer tiene una fuga de líquido refrigerante detectada por la NASA, causada por la fragmentación del satélite.

Rusia confirmó el problema pero negó que esto sea un riesgo para la Estación Espacial Internacional ya que el aparato orbita a 800 kilómetros sobre la Tierra, mientras que la EEI lo hace a 354 kms.

Rusia tuvo un problema similar en 1978, cuando uno de sus satélites cayó fuera de control, esparciendo material radioactivo sobre partes del Canadá.

Otros satélites pueden ser arreglados en misiones del transbordador espacial, como ha ocurrido con el Hubble, telescopio que ha recibido cuatro reparaciones orbitales y espera una quinta para mayo 12.

Para el futuro cercano se espera que satélites robots puedan realizar reparaciones sin ayuda humana.

Finalmente está la opción de dejar caer el satélite de manera intencional, haciendo que la atmósfera terrestre los destruya, algo que podríamos llamar "cremación orbital".


El primero: Satélite ruso Sputnik, lanzado en 1957. Inició una
nueva era de progreso, pero también de contaminación, ahora
en el espacio. Fuente: celestiamotherlode.net

Es algo en lo que los rusos tienen experiencia, varias de sus naves han terminado sus días, intencionalmente, convertidas en espectaculares bolas de fuego que cruzan el cielo nocturno.

Similar técnica usó la agencia espacial europea con "Julio Verne", una nave de reabastecimiento de la EEI, que posteriormente se permitió que fuera destruida por la atmósfera, un fenómeno que fue utilizado para hacer algunas mediciones científicas.

El pedazo de basura más grande que se ha cremado de esta forma fue el Skylab, de 77 toneladas, en 1979, luego de cumplir años de importante investigación espacial.

Enlaces

Información de Space.com. Edición, versión y traducción de Sophimanía

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