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Pero impuestos más altos quizás funcionen. Así lo señala un estudio sobre lo que es un tema en boga en Estados Unidos: cargar de impuestos a las bebidas azucaras con la finalidad de que se consuman menos y que ese dinero contribuya a programas de salud pública en contra de la obesidad.
Roland Sturn, economista y autor del estudio, ha revelado que impuestos de 4% o menos no tienen efectos medibles en la prevención de la obesidad, sobre todo en los más jóvenes. El se basa en una encuesta nacional estadounidense que se hizo entre 7,300 alumnos del quinto grado.
Los investigadores correlacionaron la altura y peso de los chicos los dos últimos años con su afición por las gaseosas y los impuestos que las afectan (entre 7 y 4 centavos por dólar). Hallaron que los impuestos no hicieron ninguna diferencia en los patrones de consumo de los jóvenes. Apenas un efecto residual en niños de familias muy pobres.
Sturm cree que si los impuestos contra las gaseosas subieran a 18 centavos por dólar, la cosa cambiaría significativamente, pero los fabricantes de bebidas azucaras, por supuesto, se oponen a este tipo de medidas. "La gente no quiere impuestos a sus gaseosas ni a sus caramelos" han dicho en un comunicado oficial de la asociación que los reúne.
Uno de sus portavoces, Christopher Gindlesperger, dice que el estudio de Rand confirma que los impuestos no funcionan y que no da elementos para pensar que impuestos altos sí lo harían. "Lo que funciona -ha dicho Gindlesperger- son la dieta y el ejercicio".
Información de AP. Versión, edición y traducción de Sophimanía
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