Sophimanía: Cuatro historias del cielo cayendo sobre nuestras cabezas

1) Una "histeria" basada en hechos reales

Asterix y Obelix no le temen a nada... O mejor dicho, temen una sola cosa: que el cielo se caiga sobre sus cabezas. Algo que -según Asuranseturix, el jefe de la aldea- "no va a ocurrir mañana". O al menos eso pensábamos, antes de que la internet comenzara a poblarse de noticias referidas a cosas que caen del cielo.

El origen es la caída a tierra de los restos del satélite de investigación atmosférica UARS, el que tras veinte años de leales servicios a la NASA "decidió" darse de baja en tierra, como eventualmente ocurre con todo aquello que "sube" y que tiende, necesariabamente, a bajar.

El caso del UARS puso a prueba los límites de nuestra tecnología. A diferencia de lo que suelen mostrar las películas, en las que un científico despeinado armado con una laptop puede cambiar el curso de la historia, esta vez la NASA las vio a cuadritos para hacer lo que en física newtoniana se considera el abc de la balística: determinar el punto y la hora del impacto.

Y es que a diferencia de una simple bala de cañón, un bólido que viene del espacio exterior afronta una red mucho más compleja de factores atmosféricos y estructurales, que -al momento actual de nuestras posibilidades de cómputo- hace imposible anticipar con precisión el lugar y el momento del impacto.

La posibilidad, remota pero real, de que el bicho cayera sobre una persona o sobre un bien preciado de la humanidad hizo que la prensa le prestara algo de atención, atención que sin embargo el UARS no retribuyó con una buena desgracia que los medios pudieran reportar.

Y es que tras varios informes que cambiaban estimados de horas y lugares de impacto al punto de parecer ridículos, la NASA concluyó que, muy probablemente, el UARS había terminado sus días en algún solitario lugar del oceano Pacífico, sin testigos, víctimas, ni videos qué subir o chequear en Youtube.

¿Fuga de gas o pedazo de cielo? Foto: EFE

2) Persona de nacionalidad peruana involucrada

Como ocurre bastante a menudo, una persona con pasaporte peruano trajo la noticia de nuevo a las redacciones, aunque a un costo muy lamentable: su propia vida. Silvia Espinoza (43), peruana de visita en Buenos Aires, murió mientras dormía cuando la casa que visitaba explosionó, hiriendo a otras ocho personas y destruyendo en total dos viviendas, un local comercial y tres carros.

Mientras la policía argentina investigaba y desarrollaba la hipótesis de una fuga de gas (hasta el momento no comprobada), la gente de Monte Grande elaboraba una teoría mucho más emocionante: las casas se habrían destruído al ser impactadas por un una bola de fuego que cayó del cielo, presumiblemente un fragmento descarriado del UARS, versión que horas después la NASA negó a la agencia EFE, insistiendo en que el satélite en cuestión yacía en el oceano Pacífico, no en un barrio bonaerense.

Un testigo que resultó dudoso. Foto: El Clarín

La curiosa versión del fragmento espacial se basa en el dicho de algunos testigos (unos hablan de bolas de fuego mientras otros de un resplandor) y en una foto hecha con un celular, mostrada por un joven cuyo nombre no ha sido revelado a la prensa y que según el jefe de la investigación policial, entró en contradicciones al descubrirse que la foto tenía indicios de "no ser real".

La explosión, sin duda grande, no tiene trazas de radiación, lo que no descarta totalmente la posibilidad del impacto de un meteoro, pero sí abona en favor de la hipótesis -más probable según el razonamiento conocido como "la Navaja de Occam"- de una fuga de gas.

La investigación todavía está en curso y se espera que en las próximas horas las autoridades argentinas estén en posición de dar un reporte definitivo sobre el insual suceso, o al menos uno que descarte la teoría del fragmento espacial.

Diagrama: Curt Renz

3) El caballito de batalla de los jinetes del Apocalipsis

Pero ahí no acaba el cuento. Mientras buscamos la tumba final del UARS y los argentinos determinan las causas de la extraña explosión que le costó la vida a nuestra compatriota, una cadena de correos electrónicos revive nuevamente la histeria espacial del fin del mundo.

Como toda cadena de correos, circula con diferentes nombres y descripciones, pero siempre en referencia a videos colgados en Youtube, que dan cuenta del caso del cometa "Elenin" y su aparente relación con el fin del mundo, o al menos con una parte de él.

Se trata, por supuesto, de la mismas tonterías seudocientíficas de toda la vida, promovidas por los charlatanes de siempre. Los videos citan diz que "informes periodísticos" que en realidad no son otra cosa que prensa basura, tratando de ganar la atención del público en base a afirmaciones sin fundamento mezcladas con palabras que pretenden ser científicas y con anécdotas imposibles de comprobar.

El "argumento" que esgrimen no es otro que la "alineación planetaria", esta vez entre el cometa Elenin, la Tierra y el Sol, alineación que correlacionan con los últimos terremotos de Chile y Japón. Alineación que según dicen estos ignorantes, provocaría -¡agárrense!- en las próximas horas (es decir el 27 de setiembre) otro cataclismo en algún lugar del mundo, o quizás el cambio de polaridad magnética de la Tierra... ¡O quizás un tsunami!

Baste decir que la alineación de cuerpos celestes, incluso cuando involucra a todos los planetas del sistema solar, no provoca efectos medibles en nuestra actividad sísmica o magnética. Menos todavía cuando el tercer jugador de la ecuación es un cometa bastante pequeño, por más que algunos charlatanes ya lo señalen como "Nibiru" y le asignen la paternidad del armagedón para el "fatídico" 2012.

Ahora bien, aunque para nosotros, personas comunes, la Tierra parece bastante quieta, la verdad es que se mueve todos los días. En todo momento, en algún lugar del globo, algún sismógrafo está registrando un movimiento telúrico. Es lo normal y es lo que ocurrirá el 27 de setiembre también. Lo más probable es que ninguno de esos sismos haga historia, pero si alguno lo hace (por ser intenso o afectar algún lugar poblado) será tan solo una desafortunada coincidencia.

No me crea a mí, créale a la NASA la que se ha tomado el trabajo de desmentir toda esa charlatanería explicando claramente que Elenin (cometa descubierto el 2010 por el aficionado ruso Leonid Elenin) no puede causarnos daño ya que pasará a más de 35 millones de kilómetros (92 veces más lejos de lo que está la Luna) y su tamaño es de, apenas, 3.5 kilómetros de diámetro.

Imagen: Estudios Disney

4) "Baptistina, queda libre de cargos, puede seguir orbitando"

Para terminar con algo de verdadera trascendencia científica y que desagravia a los cometas que pueblan nuestro sistema solar, reportamos una investigación difundida por la NASA, según la cual es extremadamente improbable que haya ocurrido algo que muchos paleontólogos daban como un hecho comprobado: que un enorme meteorito matara a los dinosaurios.

Aunque están muy bien documentados los estudios que avalan la hipótesis de que un día, hace unos 65 millones de años, cayó un meteorito gigante que cambió radicalmente el clima del planeta, el satélite WISE de la NASA ha encontrado información que vuelve esa hipótesis muy improbable.

Ilustración: NASA/JPL-Caltech

El WISE es un satélite que analiza el espectro infrarrojo con una enorme sensibilidad y precisión, espectro que le permitió determinar la edad de la familia de los meteoritos llamados "Baptistina", acusados de haber matado a los dinosaruios.

Pues bien, resulta que los meteoritos Baptistina son mucho más jóvenes de lo que se esperaba. Hace 65 millones de años no estaban en condiciones de torpedearnos. ¿Entonces quién mató a los dinosaurios? ¿Qué hacía usted la noche del 30 de marzo de hace 65 millones de años, cuando apenas era una graciosa musaraña?

La respuesta tendrá que ser reelaborada por paleontólogos, geológos y biólogos, algo que -al contrario de lo que suelen pensar quienes no entienden la ciencia- no desprestigia en absoluto el método científico. Al contrario, da cuenta de su flexibilidad, de su fortaleza, de su humildad y de su constante búsqueda de respuestas probables. No de charlatanería.