Un innovador preocupado por la falta de innovación en su país. Foto: Wikipedia
En los últimos años he visitado más de cien países, conociendo todo tipo de gente, desde gente pobre de la India hasta jefes de estado. Casi todos ellos compartían la idea de que el camino al éxito está pavimentado con ciencia y tecnología.
De hecho, los científicos y los ingenieros son celebridades en muchos países. No son vistos como nerds desaliñados sino como líderes e innovadores. En China, ocho de cada nueve políticos de alto nivel son ingenieros. En EEUU, por el contrario, casi no hay ingenieros ni científicos entre los políticos de alto nivel, hay ausencia de ingenieros en los debates públicos.
¿Por qué esto es importante? Porque en EEUU los estudiantes tienen una errónea impresión sobre la ciencia y la ingeniería, al punto que las tienen como carreras poco atractivas. Alrededor del 70 por ciento de los ingenieros que se gradúan acltualmente en EEUU son extranjeros. Y no se quedan en EEUU, regresan a sus países donde les dan grandes oportunidades.
Una parte del problema es la poca prioridad que los padres ponen en la educación de sus hijos. Y también hay problemas inherentes al sistema educativo público. Simplemente no hay suficientes profesores calificados en matemáticas y ciencias.
Yo siempre quise ser profesor. De hecho, dejé pronto mi trabajo en la industria aeroespacial para hacer una carrera en educación. Pero no fui admitido para enseñar matemáticas de octavo grado en un colegio estatal. Irónicamente fui admitido en la univesidad de Princeton, donde mi clase fue elegida una de las diez más importantes.
A la economía global, hay una correlación entre la enseñanza de la ingeniería y la innovación. Nuestro éxito o fracaso como nación puede ser medido con nuestra tasa de innovación, en cómo hacemos investigación médica y creamos dispositivos que mejoran el mundo.
Yo hago activismo para levantar el perfil de los ingenieros en la sociedad y asegurarme de que nuestra voz será oída por los políticos y gobernantes. También soy un apasionado de la enseñanza de la ingeniería, no como un montón de datos técnicos, sino como una experiencia educativa diversa, que cree pensadores de mente abierta, que puedan evaluar críticamente la relación entre la tecnología y la sociedad.
Vivimos en un mundo integrado, donde la innovación es la clave del éxito. Y estamos fallando en darle a los jóvenes las herramientas que necesitan para ser competitivos. Muchos países están haciendo un mejor trabajo. Irlanda, a pesar de su economía en problemas, acaba de anunciar que invertirá más en investigación. Rusia está construyendo "la ciudad de la innovación" en las afueras de Moscú. Arabia Saudita tiene una nueva universidad de ciencia e ingeniería equipada con diez mil millones de dólares. China está creando literalmente docenas de universidades orientadas a la tecnología.
¿Y EEUU? Pues está perdiendo su ventaja. Hasta ahora hemos sido líderes en hallar nuevas ideas qué convertir en productos que se venden con éxito en el mercado internacional. Pero hemos comenzado a fallar, las estadísticas lo demuestran.
Los consumidores estadounidenses gastan mucho más en papitas fritas que el gobierno en investigación y desarrollo de energía. El 2009, por primera vez en la historia, más de la mitad de patentes en EEUU fueron registradas por empresas que no eran estadounidenses. China le ha quitado a Estados Unidos el liderazgo en exportación de tecnología.
Entre 1996 y 1999, 157 nuevos fármacos fueron aprobados en Estados Unidos. Diez años después ese número ha caído a 74. El foro económico mundial le ha dado a EEUU el puesto 48 en calidad de enseñanza en matemáticas y ciencias.
Actualmente Estados Unidos vive de los hallazgos que hizo hace 25 años. Nos estamos comiendo nuestras reservas. Darwin observó que no es la especie más fuerte ni la más inteligente la que sobrevive, sino la que más se adapta a los cambios. Y actualmente EEUU no está respondiendo a la necesidad de cambios. Hace cinco años fui parte de una comisión sobre competitividad. En nuestro reporte final recomendamos:
- Mejorar la enseñanza de ciencia y matemática.
- Invertir en investigación de largo plazo.
- Atraer y retener a los mejores estudiantes, científicos e ingenieros de EEUU y el resto del mundo.
- Crear sustantivos incentivos para la innovación y la investigación científicas.
El buen recibimiento de estas propuestas me hizo sentir optimista. Pero al cabo de estos años seis millones más de niños han dejado el colegio. ¿Qué futuro tendrán? No uno que sea promisorio. Es muy posible que por primera vez en su historia, EEUU le entregue a los jóvenes un país menos prósperos que el que disfrutaron sus padres.
El liderazgo mundial nadie te lo regala. A contrapelo de lo que muchos estadounidenses creen, Estados Unidos no tiene una "grandeza innata". Cada nueva generación tiene que esforzarse, construirla y ganarla. Pero actualmente eso no está pasando.
Todavía nos queda algo de tiempo. Si ponemos el suficiente énfasis en mejorar nuestra educación, investigación e innovación, podemos volver a ser líderes en las próximas décadas. La única forma de tener un gran porvenir es incrementar nuestra inversión en ciencia e ingeniería hoy.
Artículo de Norman Augustine, presidente del Comité Estadounidense para los Vuelos Espaciales, para Forbes. Versión, edición y traducción de Sophimanía
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