En 1988 la datación por el método del Carbono 14 hecha de forma independiente por los tres mejores laboratorios del mundo determinó que la llamada "Sábana Santa" fue fabricada alrededor del año 1350.
Se confirmaba así, de forma concluyente, lo que ya habían adelantado desde años antes historiadores y analistas de arte: el Sudario de Turín es una falsificación medieval, de autor desconocido, producto de una técnica llamada "frotis", que recurre tanto a elementos pictóricos como escultóricos.
El asunto no es raro porque en la Edad Media surgió en Europa -amparada y muchas veces financiada por la Iglesia- una gran "industria" dedicada a fabricar "reliquias cristianas" totamente fraudulentas: supuestas astillas de la cruz, espinas de la corona, manos, dedos y cabellos de santos y hasta leche de la virgen María.
Estos fraudes eran exhibidos por los sacerdotes y obispos de la época como si fueran auténticos, en templos donde los creyentes los visitaban y los tenían por "pruebas" de su fe.
Historiadora italiana católica Bárbara Frale y su buen olfato para los best-sellers.
Su primer libro fue sobre la orden de los templarios. Foto: Arcadepub.com
Lo que hoy se conoce como "El Santo Sudario" se fabricó en esa época, junto a otros "Santos Sudarios" más que no tuvieron la misma popularidad ni la misma permanencia.
Sin embargo, al igual que los "Creacionistas" o partidarios del "diseño inteligente", muchos creyentes cristianos prefieren cerrar los ojos a la evidencia científica e histórica para continuar insistiendo en que el Santo Sudario es "real".
Ellos mencionan diversos "hallazgos" como que el Santo Sudario es "un negativo" (lo cual no es cierto), que es "tridimensional" (lo cual tampoco se ajusta totalmente a la verdad), que ha sido analizado por la NASA (otra falsedad) o que contiene "sangre" (algo también desvirtuado por pruebas rigurosas).
El libro de Nickell, todavía sin traducción al castellano. Foto: Amazon
A esta larga lista de intentos se sumó hace poco un libro escrito por la historiadora italiana católica Bárbara Frale, quien afirma que un análisis informático de las imágenes del Santo Sudario le han permitido hallar siete minúsculas palabras escritas en griego, latín y arameo que incluyen la frase "Jesús Nazareno".
Según Frale, el origen de estas palabras no puede ser medieval porque en esa época ningún cristiano se habría referido a Jesús sin mencionar su supuesta divinidad. A lo que cabría preguntarse: ¿tampoco lo haría alguien que -a sabiendas de lo que hace- crea una falsificación?
Ella sugiere que las palabras fueron escritas por un amanuense en un papel pegado a la cara de Jesús a manera de identificación, palabras que luego -por contacto- habrían sido transferidas al lino.
Finalmente Frale declaró que el estilo de la escritura hallada por ella corresponde con la época en que se cree que vivió Jesús, lo que según ella abona a la idea de que el sudario es "real" y no una falsificación. Frale, por supuesto, no toca el tema del Carbono 14.
Cabe señalar que el reconocido investigador estadounidense Joe Nickell escribió un libro sobre El Sudario de Turín (lamentablemente sin traducción al castellano hasta la fecha) en que detalla de forma pormenorizada la contundencia de los análisis científicos e históricos que dan cuenta del fraude.
Nickell además ofrece una hipótesis de cómo se fabricó el Santo Sudario durante la Edad Media, con técnicas acordes a esa época.
La posición actual de la Iglesia frente al Santo Sudario es ambigua. Las autoridades de mayor rango, incluyendo al papa, se refieren a él como "un motivo de veneración", como lo son pinturas o estatuas que representan santos.
Sin embargo no desmienten los intentos que hacen diversas organizaciones de creyentes para hacer pensar a la opinión pública que se trata de una reliquia real. Lo que en Perú conocemos como "la escopeta de dos cañones".
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Artículo de Pablo Vásquez para Sophimanía
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