Reír, nuestro misterio más feliz. ¿Resuelto? Foto: Dr. Cason
Amamos la ciencia y el misterio. Para nuestro beneplácito, la ciencia revela misterios todos los días, pero -afortunadamente- nuestro baúl lleno con ellos nunca se acaba.
La razón es la naturaleza del conocimiento. Es como una isla que va aumentando de tamaño cada segundo. Sin embargo, al crecer, también aumenta de tamaño el perímetro de lo desconocido, es decir el número de cosas que necesitan ser estudiadas.
Por cada conocimiento que procesamos, aparecen más misterios relacionados en el horizonte. ¿Desalentador? De ninguna manera. Es la mejor prueba de que la aventura del saber nunca terminará.
De todos los misterios de (este) universo el mayor es el de nuestra propia existencia, tanto en plano metafísico, como en plano doméstico. Sobre éstos últimos NewScientist hizo un repaso, con sus respectivas (y tentativas y discutibles y aproximativas) soluciones.
Ruborizarse. Sería un mecanismo que prueba socialmente nuestra sinceridad. Algo como "si somos capaces de ruborizarnos, eso quiere decir que no somos capaces de mentir". Hipótesis del neurocientífico V. S. Ramachandran.
El arte, sobre todo cuando es abstracto, parece un misterio encerrado dentro
de otro misterio. Foto: V. Komarov
Reír. A nivel biológico la risa es una respuesta a las cosquillas, pero en los humanos tendría una función social más importante: afianzar los lazos con el grupo. Hipótesis del psicólogo Robert Provine.
Vello púbico grueso. (Cuando la mayoría de mamíferos lo tiene delgado) Facilitar la propagación de los olores que indican madurez y disposición sexual, promoviendo la reproducción de la especie.
La adolescencia. Promover el desarrollo y reorganización plenos del cerebro, a fin de que la mente esté apta para lidiar con el mundo. Hipótesis de David Bainbridge, de la Universidad de Cambridge.
Los sueños. Sirven para procesar recuerdos y emociones, sin el estress que normalmente nos provocaría vivirlas. Una persona a la que se le impide soñar comienza a tener problemas de memoria y para lidiar con sus emociones.
La superstición tendría una explicación racional: ser precavido. Pero algunas
sobreviven incluso cuando son explicadas por la ciencia. Foto: Extruding A.
El altruismo. Según una polémica hipótesis de Robert Trivers, de la Universidad de Rutgers, el altruísmo desinteresado (o sea hacer un acto de bien sin esperar recompensa) es el producto residual "erróneo" del altruísmo "interesado", que sí tendría una función evolutiva.
La superstición. Si la explicamos como la capacidad humana para identificar y responder a algunas relaciones de causa y efecto inciertas notaremos que es una herramienta de supervivencia.
Sin embargo, si las mantenemos en circunstancias en que la ciencia ya aclaró con suficiente contundencia que la relación causa y efecto no es incierta sino falsa (como por ejemplo la creencia infundada en que la astrología "sirve de algo"), entonces se vuelve un escollo para el desarrollo intelectual de las personas.
El arte. Hay dos hipótesis que no necesariamente se excluyen. La primera (que se originó con Freud) dice que el arte es un subproducto de las rutinas de selección sexual (algo similar a cuando un pavo real despliega su cola). Otra hipótesis dice que la función del arte es permitirnos explorar ideas nuevas en entornos seguros, algo así como un "simulador".
En la película "Mr. Holland's Opus" el personaje interpretado por Richard Dreyfuss -un profesor de arte- le dice a una burocrática autoridad escolar: "Deje de enseñar arte hoy, y no tendrá ciencia qué enseñar mañana".
Información de NewScientist. Versión, edición y resumen de Sophimanía
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