miércoles, 14 de enero de 2009

Descansa en paz, Fernando Cabieses

Larga vida, prolífica y reconocida trayectoria. Fuente: Andina

Conocí a Fernando Cabieses Molina hace algunos años, a propósito de una entrevista que me encargó realizar la revista Cosas.

Gracias a un amigo en común, Tomás Unger, me fue muy rápido concretar la reunión en sus oficinas del Ministerio de Salud.

Es difícil resumir en un párrafo aquella experiencia, enriquecedora de muchas formas distintas. Para decir la huachafada de rigor: Cabieses fue un amauta, un término que si bien puede ser resultar cursi aplicado a otros, en el caso del neurocirujano resulta enaltecedor y justo.

A despecho de su apariencia de austriaco o alemán, con su blanca cara redonda y ancha y sus ojos intensamente azules, Cabieses fue un peruano en toda la extensión de la palabra.

Recuerdo poco la información específica que conseguí en ese momento, pero me queda lo importante: en la hora y media que compartimos Cabieses me dió cátedra de todo, pero no desde la distancia o arrogancia de quien se sabe o cree un sabio, sino desde una sencillez, una calidez, un sentido del humor y una simpatía de un hombre profunda y auténticamente enamorado del Perú, deseoso tanto de compartir como de aprender.


Nada estuvo fuera de su interés ni de su sentido del humor. Fuente: Caretas

Médico neurocirujano egresado de San Marcos con post grados en Estados Unidos, pionero en estudios y técnicas para tratar aneurismas y epilepsia, Cabieses fue también un estudioso del "Perú profundo", al que abordó siempre tanto con el rigor de su formación científica como con su inmenso y desprejuiciado respeto por nuestras expresiones culturales.

El se enorgullecía de ir a entender y aprender de chamanes, comuneros y comadronas. No, no es que Cabieses traicionara su profesión de médico o su formación científica. Por el contrario, él sabía que el conocimiento, cuando es certero y eficaz, es finalmente científico, no importa su origen o su génesis. Y él cosechaba conocimientos con entusiasmo.

Fue el primero en explicar y defender que el popular hábito andino de chacchar coca no es una forma de drogadicción o narco dependencia -como prejuiciosamente se pensaba en su momento- sino una forma válida e inocua de responder a las necesidades de trabajar y vivir en las alturas andinas.


Vida dedicada al estudio de la medicina en el Perú. Fuente: BBC

En esa línea de trabajo se volvió el principal historiador de la medicina en el Perú, publicó libros, fundó el Instituto de medicina tradicional e identificó y ayudó a explicar el funcionamiento terapéutico de muchas plantas peruanas como la uña de gato, la maca, la sangre de grado, etc.

En su cerebro convivían tanto los nombres latinos de la farmacopea científica con las palabras quechuas con las que se conocen en los lugares más apartados del Perú. Por ejemplo, Cabieses no solo estaba interesado en que las comadronas aprendieran principios médicos que les permitieran salvar parturientas, con igual pasión estaba interesado en aprender de ellas, ya que entendía que tras las prácticas culturales aparentemente más extrañas, podía haber importantes conocimientos qué rescatar para la ciencia.

En esa hora y media que compartí con Cabieses aprendí varias cosas: Que la peruanidad no tiene nada que ver con el color de piel, lugar de nacimiento o la etimología de nuestro apellido sino con la decisión de amar el país y con el convencimiento de rescatar sus valores, vengan de donde vengan. Que el amor por la ciencia no tiene tanto que ver con vivir en una torre de marfil llena de doctos libros, sino principalmente con no tener problema en "escarbar" en todos los lugares, pueblos y vivencias que se interpongan en nuestro camino, en la metrópoli de Lima o en un caserío de Huari.

¿Qué es un amauta? Creo que una persona que enseña siempre, no solo cuando está frente un aula universitaria o dando una conferencia, sino también -y acaso sobre todo- en su vida diaria, en la terca reiteración de sus búsquedas, dudas y convicciones, en aprender de sus eventuales errores, en la duda metódica, y -cómo no- en la forma simple, cálida y amistosa de estrechar una mano y compartir sin recelo el conocimiento, ese saber por el que en Sophimanía somos tan maniáticos.

Fernando Cabieses murió en Lima, de causas naturales, a los 89 años de edad. Descanse en paz doctor.

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