jueves, 31 de marzo de 2011

Sólo 10 países reclaman el 90% de las patentes de genes marinas


Molusco "nudibranquio". Foto: El País.es

Mientras nuestros candidatos presidenciales pierden el tiempo esforzándose en ganar votos vía chistes malos, disfraces, juegos de palabras, programas cómicos, promesas incumplibles, escandaletes, mascotas y una larga lista de desatinos mediáticos, los países desarrollados patentan genes de origen marino para su provecho propio, genes que, en teoría, nos pertenecen a todos, y cuyo rol en el descubrimiento de nuevos fármacos y técnicas científicas será primordial en las próximas décadas.

Los mares y océanos del planeta contienen más diversidad genética que la tierra firme y esta riqueza no ha pasado por alto a las empresas biotecnológicas que tienen potencial para explotarla. Así, la oleada de patentes ha llegado al agua y, aunque la presión sobre el material genético de los organismos marinos no es tan intensa como sobre el humano, las solicitudes de registro crecen un 12% cada año, según un nuevo estudio.

"Diez países poseen el 90% de las solicitudes de patentes presentadas relacionadas con genes marinos, y el 70% se concentra en los tres primeros países de la lista" (Estados Unidos, Alemania y Japón), explican Sophie Arnaud-Haond, Jesus M.Arrieta y Carlos M. Duarte en la revista Science. Esos 10 países dominantes tienen aproximadamente el 20% de las costas mundiales, "pero se benefician del acceso a las tecnologías avanzadas requeridas para explorar la vasta reserva genética de los océanos", añaden.

Completan la lista de los 10 Francia, Reino Unido, Dinamarca Bélgica, Holanda, Suiza (que ni tiene costa) y Noruega. En total, solo 31 de los 194 países del mundo tienen presentadas patentes.

Al hablar de patentes genéticas hay que tener en cuenta que se trata de un ámbito confuso aún con no pocas reclamaciones y pleitos. En principio, solo son patentables las nuevas secuencias genéticas identificadas, especificando qué producen y qué función tienen, siempre y cuando sean utilizables para un propósito concreto, según explica el Proyecto Genoma Humano. Es decir, que no vale patentar fragmentos de genoma cuya función se desconoce con la perspectiva de que sirva para algo en el futuro.

Arnaud-Haond (Ifremer, Francia), Arrieta y Duarte (ambos del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados, del CSIC y la Universidad de las Islas Baleares) han analizado la información de bancos de genes y han encontrado 677 solicitudes internacionales sobre genes marinos entre 1991 y 2009 (8,648 secuencias de 520 especies).

Solo el 2% de los registros presentados en la Organización Mundial de Propiedad Internacional (WIPO) corresponden a genes marinos, mientras que las relacionadas con el genoma humano suponen el 35% del total, seguido de las secuencias de plantas como el trigo, el arroz y la cebada.

La biodiversidad es mayor en los mares y océanos que en la tierra, con 35 grandes grupos de animales, o phyla, en el agua, frente a 17. ¿Para qué valen sus genes? Los biólogos buscan en la riqueza genética recursos con muchas aplicaciones, desde moléculas útiles en la industria alimentaria, hasta procesos industriales -por ejemplo en biocombustibles- o nuevos fármacos como antiinflamatorios, antitumorales, analgésicos, etcétera, según recoge un informe de la Unesco sobre Recursos genéticos marinos.

Pese a que se exploran los mares hace tiempo en busca de esos recursos, las patentes genéticas son un fenómeno relativamente reciente: el 95% de las solicitudes son posteriores a 2000, pero la perspectiva de negocio es notable. "El mercado global de la biotecnología marina se estimaba en 2.400 millones de dólares (1,700 millones de euros) en 2004, con un crecimiento anual del 5,9% desde 1999 hasta 2007", recuerdan los científicos en Science.

La mayoría de las exploraciones se realizan en aguas territoriales, señalan, pero no hay que olvidar ni la movilidad de muchas especies ni el hecho de que las aguas internacionales suponen el 65% del océano.

Arnaud-Haond, Arrieta y Duarte alertan acerca de la necesidad de establecer un marco internacional que garantice el acceso equitativo a esta riqueza marina también a los países que carecen aún de las tecnologías necesarias. Piden que esos recursos se proclamen patrimonio común de la humanidad.

La protección de la biodiversidad y la propiedad de los recursos biológicos en las aguas territoriales se definen en la Convención sobre Diversidad Biológica de la ONU, que en su reunión de Nagoya (Japón), en 2010, sentó las bases para un protocolo que mejore el acceso a esta riqueza marina y a sus beneficios, pero no se llegó a un acuerdo, señalan los investigadores españoles en un comunicado del CSIC.

Duarte recuerda que la expedición oceanográfica Malaspina de circunnavegación, que él dirige, incluye la exploración de la diversidad genómica del océano que puede suponer el descubrimiento de millones de genes nuevos, muchos de los cuales podrían tener aplicaciones.

"El marco del salvaje Oeste en el que unos pocos países se apropian, a través de patentes, de los recursos biológicos del océano no nos parece ni ético ni aceptable", señala el investigador español. "Por otro lado, si no patentamos vendrán otros que patentarán por interés puramente comercial. No queremos operar con unas reglas del juego que no nos parecen éticas, por lo que proponemos un mecanismo gestionado por Naciones Unidas para garantizar que estos recursos estén disponibles para toda a humanidad", añade Duarte.

Información de ElPaís.es. Resumen de Sophimanía

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