persiguen sus intereses, no los nuestros. Foto: Pysnnoticias
Brasil es la China de Sudamérica. No solo por su enorme tamaño, sobre todo por su crecimiento económico sostenido que muy pronto lo convertirá en la quinta potencia del mundo.
Esto no es fortuito. Brasil viene trabajando en eso por décadas, invirtiendo muchos recursos en educación, ciencia y tecnología. No es casual que hace unas semanas reportáramos en Sophimanía que la primera institución latinoamericana en aparecer en el ranking académico SJR era la Universidad de Sao Paulo, en el envidiable lugar número 19, encima de Stanford, Columbia, Cornell y el super prestigioso MIT.
La mayor parte de la clase política brasileña ha estado a la altura de este reto y sus principales instituciones (por ejemplo su Cancillería) son un ejemplo de coherencia, trabajo duro y profesionalismo.
Para Perú tener como vecino a una potencia, con la que además se tienen buenas relaciones históricas y ninguna animadversión, abre muchas posibilidades de desarrollo. Pero desgraciadamente la debilidad institucional de nuestro país juega en nuestra contra.
El ejemplo más claro de esto es el "Acuerdo para el suministro de electricidad al Perú y exportación de los excedentes al Brasil" que ambos países están desarrollando con miras a construir por lo menos seis hidroeléctricas en la amazonía peruana en los próximos años.
Por el lado de Brasil, la posición de sus autoridades ha sido muy profesional y -como es natural- acorde con sus intereses geopolíticos, que consisten básicamente en obtener la energía que necesitan para asegurar y continuar su desarrollo.
Sin embargo Brasil, un país plano, no tiene forma barata de generar energía, por lo que la compra en parte a a sus vecinos. Perú sí cuenta con la geografía y el clima (los andes y las cuencas hacia la costa y la selva) que nos dan la posibilidad de -a costos competitivos- construir sistemas de generación de energía.
Pero lo que podría ser una excelente oportunidad de desarrollo energético y negocio para el Perú se pueden venir abajo si el acuerdo con Brasil se firma en los términos en que se están esbozando en las negociaciones.
Por lo menos así lo han señalado -con argumentos técnicos muy bien fundamentados- la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA), Pro Naturaleza y una veintena más de instituciones precupadas por proteger los intereses económicos, sociales y medioambientales del Perú.
No se trata de la opinión de unas "ONGs ambientalistas radicales" que por principio se opongan a todo proyecto de desarrollo. Esa caricatura no se aplica aquí. Se trata de profesionales peruanos con enorme experiencia en este tipo de proyectos que están señalando con preocupación el apresuramiento y la poca difusión y discusión con la que Perú se está embarcando en un proyecto energético sin tener los debidos estudios y precauciones.
Empezando por el título del proyecto: "Acuerdo para el suministro de electricidad al Perú y exportación de los excedentes al Brasil", ya que en la práctica Perú solo está en capacidad de asumir el 5% de lo que se generaría, con lo cual el "excedente" a llevarse Brasil sería del orden del 95%.
El primer proyecto que está sobre la mesa es una mega represa en Inambari, Madre de Dios, que representaría una inversión de más de cuatro mil millones de dólares. A pesar de ese enorme presupuesto, las primeras estimaciones señalan que solo se invertirá en estudios de impacto ambiental 112 millones de dólares, mientras que para el manejo de cuencas se destinaría 462 mil dólares.
Según los especialistas, ambos montos son totalmente insuficientes para determinar el real impacto de esta obra en Madre de Dios, son montos muy por debajo de los estándares internacionales empleados para estudios de impacto ambiental y manejo de cuencas.
El ingeniero Alfredo Novoa Peña, de la Asociación Peruana de Energías Renovables, fue enfático al señalar: "Las mega hidroeléctricas son dinosaurios". El recordó que en los países del primer mundo este tipo de construcciones se están cerrando año tras año pues ya no resultan ni rentables ni eficientes.
En el caso de nuestra amazonía es muy probable -y no se puede saber hasta que se realicen estudios serios y pormenorizados- que este tipo de represas tenga poco tiempo de vida útil (unos treinta años) tras lo cual la cantidad de sedimentos acumulados obliga a cerrarlas, dejando extensas áreas inutilizadas por el barro. En ese sentido se mencionó que Brasil estaría usando al Perú como "vientre de alquiler".
Las consecuencias económicas, sociales y medioambientales de construir al menos seis mega represas en nuestra amazonía -cubriendo extensas áreas de selva con agua- tampoco está siendo estudiada de una forma completa, cuando lo que se requiere son estudios de impacto ambiental integrales, interdisciplinarios y a largo plazo.
Las autoridades de Energía y Minas se han mostrado dispuestas a escuchar estas observaciones y se espera que antes de su aprobación este proyecto energético sea revisado y debatido con mayor amplitud y profundidad.
Una cosa es clara: quien necesita tanta energía no es Perú, sino Brasil. Ubicar las hidroeléctricas en nuestro país supone un coste social, económico y medio ambiental que a la fecha no está siendo considerado en los bocetos del proyecto. ¿Por qué embarcarnos con prisa en un acuerdo que nos puede resultar contraproducente si el principal beneficiado es Brasil?
Como peruanos nos toca estar atentos al tema y exigir que sea debatido y estudiado públicamente y a satisfacción de todos. No que sea aprobado -como otras veces- "entre gallos y media noche".
Pablo Vásquez para Sophimanía
1 comentario:
Bueno la verdad que no sabia nada de este posible acuerdo en ningun medio de comunicacion ene stas ultimas semanas vi esta noticia.
Como siempre me reventaron la cabeza con cosas del espectaculo y no se que mas.
Y como indica se debe hacer un estudio mas riguroso de todo lo que envuelve este proyecto.
Publicar un comentario