El universo no es solo para ver. También para escuchar. Imagen: Mark Whittle
Nuestros ojos son ciegos al infrarrojo, al ultravioleta y a las ondas de radio. Nuestros oídos son sordos a los sonidos inferiores a 20 ciclos o a los superiores a 16 mil. Nuestra piel diferencia entre ciertos rangos de presión y temperatura, pero hay presiones y temperaturas mucho más allá de esos espectros.
Para acceder y comprender los fenómenos que están más allá de nuestra percepción los humanos hemos desarrollado ciertas tecnologías que permiten "traducir" lo imperceptible en perceptible. Eso es posible porque nuestros sentidos trabajan con oposiciones. Por ejemplo, aún dentro del rango que nos resulta visible, si todo fuera uniformente gris (o rojo o el color que tu quieras) tampoco lo podríamos captar. Es gracias a que los sonidos, colores, presiones y temperaturas contrastan entre ellos o con nuestra memoria reciente (a determinada velocidad), que podemos darnos cuenta que "están ahí".
Aun si los cambios ocurren dentro de nuestro rango de percepción, tienen que hacerlo a determinada velocidad para que los captemos. Si la variación es muy lenta o muy rápida, tampoco la percibiremos, como no percibimos la deriva continental o lo que envejecemos en una hora o un día.
Esas variaciones y contrastes configuran patrones que nuestra mente puede entender. Así, los trucos tecnológicos que traducen lo imperceptible en perceptible no hacen que el infrarrojo sea visible en sí mismo, lo que siempre nos resultará imposible de ver. Lo que hacen es trasladar el patrón de variaciones propio del infrarrojo a una escala de rojos que sí podemos captar.
No es lo mismo, pero nos permite darnos una idea, comprender el fenómeno y eventualmente trabajar con él, en el caso del ejemplo fabricando controles remotos infrarrojos o visores, etc. Igual con el sonido, la presión o la temperatura.
Ese enfoque es el que algunos físicos están usando para convertir en sonido audible para los humanos las variaciones propias del universo, desde el Big Bang hasta ahora. Analizado de esa forma así, el universo es una sinfonía llena de tonos, notas y armónicos. No es un tipo de melodía pegajosa propia del "pop" o de una balada. Si siquiera de la música clásica. Pero resulta igual de fascinante que las fotos que toma el Hubble del universo profundo.
A continuación está un clip de sonido que traduce a nuestra gama audible, y en apenas 10 segundos, la historia del primer millón de años del universo, desde el Big Bang hasta un sonido de fondo que hoy nos resulta familiar.
Nebulosa NGC 6302, también conocida como "Nebulosa de la mariposa",
fotografiada gracias a la nueva cámara del Hubble. El sonido es creación
de Mark Whittle. Foto: NASA / Sonido: Mark Whittle
Hay que subrayar el hecho que ese sonido es una "traducción" o "interpretación" de patrones y fenómenos que no "suenan" en sí mismos. De hecho, para que exista el sonido debe existir primero una atmósfera que lo propague, atmósfera que no existe en el cosmos.
Un informe pormenorizado de este ámbito de estudios se puede ver aquí, en inglés. Incluye otros muchos clips de audio y animaciones que permiten entender y valorar mejor lo que muchos ya llaman "la música de las esferas".
Pablo Vásquez para Sophimanía
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