
"Acelera que la lluvia de meteoritos nos mata". Imagen: Promoción
Está por estrenarse la película "2012", en la que se plantea que los mayas predijeron -con admirable exactitud- el fin del mundo, que ocurriría el 21 de diciembre del 2012.
El mercadeo de la película, dirigida por el alemán afincado en Los Angeles Roland Emmerich (culpable de "Godzilla" y "El día de la independencia"), plantea que esta hay un consenso entre las culturas del pasado señalando el 2012 como "el fin".
Se subraya la conocida exactitud de los mayas reflejada en su famoso calendario para repetir que el último día consignado ahí es el 21 de diciembre del 2012. Después de eso "no hay nada".
Como película de desastres y ciencia ficción, por supuesto, no hay nada que reclamarle. Los productos mediáticos -aun cuando se hagan sin otro afán de producir dinero a sus inversionistas- son libres de proponer lo que quieran, ya que su objetivo es entretener. Y está probado que el desastre vende.
Sin embargo, también es cierto que muchos charlatanes -locales e internacionales- se suben a este tipo de olas que mezclan mitos con promociones de películas para tratar de lucrar vendiendo su sebo de culebra en cuantra tribuna les de palco.
Entonces la pregunta es legítima: ¿Qué hay de cierto en esta leyenda? La respuesta simple es: ninguna. El mundo no se acabará el 2012 (y si lo hace, se trataría de una magnífica coincidencia).
Es verdad que el último día consignado en el calendario maya es el 21 de diciembre del 2012, pero ni siquiera los mayas lo asocian -que haya quedado registro- con el fin del mundo. Ese es el último día consignado en su calendario, que corresponde al final de un ciclo que se conoce como "cuenta larga" (análogo a lo que nosotros llamamos por ejemplo "una década").
¿Por qué los mayas no siguieron con el 2013? Por la misma razón que el calendario que tengo en mi escritorio termina el 31 de diciembre del 2009: porque no era relevante en ese momento ir más allá. O porque el científico maya encargado se murió. O porque se mudaron a otro lugar. O porque se aburrieron de hacer calendarios, etc.
Sin embargo, ese hecho fortuito y simple ha sido tomado por los charlatanes de siempre para escribir "best sellers" con los cuales llenarse los bolsillos gracias a la credulidad humana. Por eso, la próxima vez que esté en una librería y se sienta tentado a comprar algún título que hable -de forma crédula o mágica o "mística"- del fin del mundo, no bote su dinero, mejor inviértalo en algún libro de divulgación firmado por Carl Sagan o James Randi o Arthur C. Clarke o Stephen J. Gould (en fin, hay muchos).
Por lo demás, los mitos sobre el fin del mundo son tan antiguos como nosotros mismos. Hace cuatro mil años un caldeo escribió: "Nuestra juventud es decadente e indisciplinada, los jóvenes ya no escuchan los consejos de los viejos, el fin de los tiempos está cerca".
Sobre esa fascinación se han creado muchos mitos y profecías, todas erradas. ¿La razón? Los humanos podemos hacer muchas cosas, pero no podemos predecir el futuro en los términos "mágicos" que plantean los charlatanes. Aunque la televisión siempre hable de "Nostradamus" dándolo por un profeta acertadísimo, la verdad histórica es que era mal poeta pero mejor charlatán.
Volviendo a la película, sin duda será un buen producto para pasar el rato y ver cómo se termina de ir al diablo. Con gran realismo (creado por computadora) veremos destruirse todos los grandes símbolos humanos, incluyendo los religiosos (Vaticano, el Tíbet, etc) menos -oh sorpresa- los símbolos del Islam.
La película de Emmerich destruye todo, menos las mezquitas. ¿La razón? Tienen miedo que los grupos radicales asociados a esa religión los declaren enemigos de Alá y atenten contra sus vidas. Una autocensura que sí es preocupante y que vuelve hablar mal del radicalismo religioso.
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Pablo Vásquez para Sophimanía con información de LiveScience
2 comentarios:
Lo más gracioso es que el "calendario maya" al que tanto aluden no es tal... se trata del calendario azteca.
Yo no le tengo miedo al fin del mundo, a lo que le tengo miedo es al fin de mes.
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