domingo, 18 de enero de 2009

El incidente del Airbus A320 en el río Houdson: Apostillas a un acuatizaje inusualmente afortunado

No se hundió. Al final el heróico Airbus A320 también fue
rescatado. Fuente: NY Times

Casi todo viajero frecuente de líneas aéreas ha pasado alguna vez una experiencia de vuelo desagradable: demasiada turbulencia, un bache muy grande, un repentino ataque de pánico, una tormenta inesperada, un desperfecto o cambio de rumbo anunciado por el capitán.

Frente a ello, la mente reacciona de formas inesperadas. "No podía dejar de pensar en que había dejado mi garaje todo desarreglado" recuerda un pasajero que estuvo en un avión que perdió un motor en pleno vuelo.


Cadena de hechos afortunados evitaron una tragedia.
Fuente: Noticias24.com

La evacuación de los pasajeros del jet de US Airways que cayó en el río Hudson nos tuvo a todos pegados a la televisión. A pesar de lo espectacular del accidente, no hubo muertos y todo se resolvió con bastante calma.

Pero, dentro de la cabeza de los pasajeros, la acción fue bastante más violenta, metidos en un tubo que flotaba a medias en un río de aguas semi congeladas, algunos con niños pequeños o con personas mayores.

En esas circunstancias la mente parece desdoblarse. En un sentido nuestras emociones se amortiguan, permitiendo cierta "frialdad" en el actuar, pero al mismo tiempo nuestro cortex comienza a trabajar intensamente evaluando la situación y presentando alternativas. Con todo, será un recuerdo inusualmente intenso y agobiante con el que tendremos que convivir el resto de nuestra vida.


Pájaro herido pero no muerto. Infrencuente generador de electricidad
contribuyó al final feliz. Fuente: Noticias24.com

Las experiencias cercanas a la muerte nos marcan a todos, pero de maneras distintas. Unos simplemente no podrán enfrentar una circunstancia similar, tenderán a aislarse mientras que otros, por el contrario, sentirán que tienen una segunda oportunidad y se sentirán más temerarios que nunca.

El incidente

Apenas el vuelo 1549 despegó del aeropuerto de La Guardia, el primer oficial notó que había una bandada de gansos en curso de colisión. Cuando el capitán, que en ese momento revisaba los instrumentos, levantó la mirada, los gansos ya se estrellaban contra los parabrisas. El avión estaba a tres mil pies, a unos cuatrocientos kilómetros por hora.

No es raro que esto ocurra. Las turbinas están diseñadas para tragar y botar sin problemas una amplia gama de objetos o cuerpos, pero esta vez -al parecer- fueron demasiados.

Un fuerte ruido seguido por un silencio total de las turbinas alarmó a las azafatas, quienes lo reportaron de inmediato. El capitán -Chesley B. Sullenberger III- comenzó a sospechar algo malo y decidió actuar en consecuencia: acuatizar sobre el río Hudson, en una maniobra que no solo salvó a sus 153 pasajeros, también quedó registrada como una de las más importantes de la historia de la aviación norteamericana.

La alternativa, reiniciar los motores, está prevista para cuando el avión está a unos 35 mil pies de altura y viaja más rápido y tiene más tiempo de maniobra. En este caso el avión estaba muy bajo y viajaba muy lento, imposible reiniciar los motores. Volver al aeropuerto tampoco era una opción, sobre todo porque volaban sobre áreas densamente pobladas. Caer sobre ellas, hubiera resultado doblemente catastrófico.

Una vez que el acuatizaje fue decidido, se hizo un silencio de muerte en la cabina donde los dos veteranos pilotos hicieron acopio de toda su experiencia y entrenamiento.

El río Hudson está poblado de embarcaciones de diversos tamaños y rumbos. Afortunadamente el capitán pudo ver un área que les permitiría acuatizar, pero había que accionar los flaps para reducir la velocidad lo más posible.

Los flaps normalmente funcionan con bombas hidráulicas, pero con los motores fuera de línea este poder se pierde. Afortunadamente el Airbus A320 cuenta con un generador accionado por aire que produce electricidad y permite mover los flaps cuando la hidráulica falla.

Los grandes accidentes son provocados por una cadena de hechos desafortunados. En este caso, esa cadena fue seguida por otra afortunada: la experiencia y profesionalismo del capitán y su tripulación, el hecho que el Airbus tuviera un generado eléctrico de emergencia y que el río estuviera cerca y despejado.

¿El resultado? Un gran susto, pero ni una vida perdida.


Serenos pero aterrados, todos se salvaron. Fuente: Noticias24.com

La bolsa o la vida

A finales de los ochenta, un policía de Manhattan acudió a una llamada de la central que le informaba de un accidente automovilístico.

Mientras se acercaba al lugar con su motocicleta, se preparó para una escena de horror. Era un choque frontal de dos autos a gran velocidad, algo que por experiencia él sabía provocaba la muerte segura de los pasajeros.

Pero cuando se inclinó a mirar los cadáveres se dio con una sorpresa: no había muertos. Los pasajeros estaban de pie, unos metros más allá, discutiendo acaloradamente sobre quién tenía la culpa. ¿La razón del milagro? Eran sedanes de alta gama con bolsas de aire o airbags, algo inusual para la época, pero que acababan de demostrar su utilidad para salvar vidas.

Ojalá que el accidente en el río Houdson sirva para que los sistemas de seguridad del Airbus sean adoptados por los otros modelos y fabricantes de aviones de pasajeros.

Información de New York Times. Edición, versión y traducción de Sophimanía

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