jueves, 6 de octubre de 2011

Steve



Siento la tristeza del que ha perdido a un buen amigo, aunque jamás lo conocí ni estuve cerca de él. ¿O sí? Los últimos veinte años de mi vida he convivido con tecnología Apple, es decir, con conceptos que de alguna manera Steve Jobs contribuyó a definir, desarrollar y promover.

Muchas de mis rutinas, de mis opiniones y de mis ideas son el reflejo de esa larga vida en común con máquinas que tienen por logotipo a una manzana. Y como la impronta de Jobs está ahí, desde el concepto original hasta el detalle más ínfimo de su diseño, creo que eso explica por qué esta noche es muy triste para mí.

El 82, juntando ahorros de varios meses, me compré una Sinclair ZX81, una "microcomputadora" de 1kB de memoria, fabricada por Timex. A pesar de sus limitaciones, me abrió un universo. Autodidacta del Basic y el Assembler, creé mis propios programas de juegos, de dibujo, de diseño y hasta de facturación y procesamiento de palabras.

Sólo dos años despues, en la casa de un amigo del barrio, conocí la Macintosh 512K. Y entonces ya no pude conformarme con mi Sinclair. Había descubierto otro universo que a la vez de ser aparentemente más sencillo, ofrecía posibilidades ilimitadas. Me tomó veinte minutos volverme un fan de Mac. De eso hace ya 27 años.

¿Qué explicaba ese mundo de diferencia entre una Apple y las otras plataformas? Dos nombres: Steve Wozniak (el genio tecnológico) y Steve Jobs (el genio visionario). Pero ya desde entonces montones de gente "seria y enterada" anunciaba el fin inminente de Apple, explicando una y otra vez que esa locura de hacer máquinas bonitas, confiables y caras no se podría mantener.

Pero se mantuvo. Y bajo el mando de Jobs Apple se volvió la compañía de mayor valor del mundo, reiventando la rueda siete veces: MacOS X, iMac, iPod, iTunes, iPhone, iPad y Pixar.

¿Fue Jobs un engreído arrogante cuando tenía veintitantos años? Sin duda. ¿Se equivocó al demorarse en reconocer a su hija? Por supuesto que se equivocó. Pero el peso y trascendencia de sus aciertos han hecho al mundo, a este complicado y oscuro mundo que nos hemos fabricado, un poquito mejor, un poquito menos malo, un cacho más esperanzador.

Y no me refiero a sus máquinas, todas las cuales se volverán obsoletas y dejarán de funcionar en algún momento. Me refiero a la inspiración, a la pasión, al convencimiento de que -no importa el grado de dificultad de un problema- siempre hay una manera creativa, elegante y valiente de solucionarlo. Que la libertad del arte no tiene que estar reñida con el logos tecnológico. Que la rigurosidad de la ciencia no tiene que ser fría, fea o aburrida.

¿Superará Apple la muerte de su fundador? Ojalá que lo haga. Crear una empresa que a la vez de ser tan particular y tan exitosa pueda tener la fortaleza necesaria para sobrevivir la pérdida de su principal conductor sería, sin duda, la última gran invención de Steve Jobs.

Pero, si Apple no lo logra, no será el fin del mundo, ni mucho menos. Otras marcas cubrirán ese sector del mercado y otros modelos liderarán los rankins de venta. Los agoreros "anti manzana" podrán, por fin, tras décadas de estar equivocados, decir "yo tenía razón". Los que "no entienden" por qué Apple despierta tantas lealtades respirarán aliviados ante la desaparición de un misterio que jamás estuvieron en posición de descifrar. Los que diseccionan tablas comparativas con escalpelo en busca de limitaciones técnicas sin darle importancia al valor del conjunto dejarán de producir tanta bilis: el mundo se hará más previsible para ellos.

Lo que no saben es que con su muerte todos hemos perdido, usuarios de la manzana o no. Ahora que sonó mi teléfono y una voz amiga me preguntó si sabía lo de Jobs, comprendí al instante que se había muerto y lo primero que sentí fue una gran soledad, un cierto desamparo. No sólo mío, de toda la humanidad.

Esa es, creo, la señal de que una gran persona se ha ido, no alguien perfecto ni particularmente sabio o recto, apenas alguien que gracias al apasionado amor a su trabajo contribuyó a hacernos la vida un poco más fácil, un poco más productiva, un poco más "cool", alguien que tuvo la entereza de reconocer sus errores para luego intentar corregirlos, alguien que a pesar del maldito cáncer que se lo llevó, no perdió el sentido del humor, las ganas de trabajar ni renunció a esa locura que desde su juventud lo empujó siempre a tratar de hacer las cosas mejor.

Descansa en paz, Steve.

Pablo Vásquez para Sophimanía

No hay comentarios:

¿Qué es Sophimanía?

Divulgación Científica:
Impulsamos el conocimiento de temas que por coyunturas políticas, pasan a 2do plano. Creemos que solo nuestro instinto por saber, conocer, explorar, cuestionar, construir, ha permitido que nuestra especie ocupe este espacio-tiempo, y por lo que quizás permanezca.

Pensamiento Crítico:
Ver el mundo con ojos nuevos. Rebelarse contra la información estandarizada. No dejarse doblegar por el sistema, la educación pasteurizada o el circuito estético consumista imperante. Ser libre, o lo más libre posible, empezando por tu mente y tu cerebro.

Un blog de Claudia Cisneros