Operación Doorstep (1953). Foto: Wikimedia.org
Hoy jueves 27 de enero se cumplen 60 años del inicio de la "era nuclear", cuando se hizo explotar la primera bomba experimental en el desierto de Nevada. Cuatro décadas de ensayos y casi un millar de explosiones dejaron la zona salpicada de cráteres y estructuras destrozadas a las que muy pocos pueden acceder. Un equipo de arqueólogos del Departamento de Energía va de vez en cuando e investiga las ruinas.
En algún búnker subterráneo hay una familia de maniquíes frente a un televisor. Arriba, Colleen Beck camina sobre los escombros y cataloga los restos que dejaron las pruebas atómicas.
"La primera vez que caminé por este lugar -comenta la doctora Beck- me resultó sobrecogedor darme cuenta de que las pruebas nucleares tuvieron lugar sobre el suelo que yo estaba pisando. Hay muchas estructuras reconocibles, los restos de un puente, refugios, edificios subterráneos".
"La mayor parte del tiempo te sientes como un aventurero -explica el arqueólogo William Gray Johnson- pero algunas veces sientes miedo. Debíamos llevar protección especial, con un respirador", además del contador Geiger para medir la radiactividad.
Operación Cue (1955). Foto: Narademo.umiacs.umd.edu
Durante más de cuarenta años los militares construyeron casas, granjas o refugios para comprobar los efectos de las bombas sobre distintas superficies y materiales. Las incursiones de los arqueólogos tienen como objetivo catalogar estos restos y protegerlos como parte del patrimonio histórico del país.
Para comprender lo que sucedió en este escenario debemos echar la vista atrás. Entre 1951 y 1992, se realizaron ahí 928 pruebas nucleares. Los vídeos muestran nubes en forma de hongo y ráfagas de destrucción pulverizando maniquíes y haciendo añicos todo tipo de edificios. Pero las bombas nucleares no desintegraron todo a su paso.
"Un refugio con las paredes desgajadas, como si se hubiera derretido y vuelto a congelar, cúpulas de aluminio rajadas, un puente retorcido que no lleva a ninguna parte… Así es la arqueología de este campo de batalla de la guerra fría que fue el Nevada Test Site", asegura Johnson.
En el último inventario sobre el lecho de un lago seco conocido como Frenchman Flat, Johnson y su equipo registraron 157 estructuras, muchas más de las que esperaban encontrar.
Detonación. Foto: Narademo.umiacs.umd.edu
Antena de radio antes y después de una prueba. Foto: Lainformacion.com
"La cosa más horrible que vi -recuerda Johnson- fue el cráter Schooner. Aunque estaba a varios kilómetros, parecía una herida en la tierra. Hay piedras del tamaño de una casa alrededor del cráter".
"En ocasiones -escribe Beck- se construían estructuras gemelas a diferentes distancias, para comprobar los efectos de la explosión. Las cajas en las que guardaban a los animales para los experimentos aún se pueden encontrar aquí y allá".
Entre los restos hay un lugar llamado "el poblado japonés", un conjunto de casas construidas para medir los efectos de la radiación sobre una población similar a la de Hiroshima y Nagasaki. El denominado proyecto BREN (Bare Reactor Experiment) incluía la construcción de una torre de madera de 465 metros sobre la que se colocó un reactor nuclear. A unos 700 metros de aquella gigantesca estructura se dispusieron una serie de casas construidas con los mismos materiales y la misma disposición que las típicas casas japonesas y se introdujeron maniquíes y medidores de radiación.
"De las casas japonesas sólo quedan ahora dos esqueletos de madera -cuenta Beck.- A simple vista, nadie diría que fue un experimento para medir las dosis de radiación. Sería estupendo encontrar los maniquíes que se usaron, pero sólo tenemos fotografías".
La destrucción alcanza muchos kilómetros. Foto: Narademo.umiacs.umd.edu
Bill Johnson y su equipo en el búnker Fizeau. Foto: Lainformacion.com
El afán por realizar pruebas cada vez más realistas llevó a la operación Cue, (mayo de 1955), para la que se construyeron cinco tipos de casas, varias torres de radio y depósitos de combustible, se colocaron caravanas y camiones, y se dispusieron filas de maniquíes para comprobar los efectos de la onda expansiva y las radiaciones de una bomba de 29 kilotones. El oficial Ernie Williams, que ahora tiene 80 años, recuerda que encontraron algunos maniquíes a casi un kilómetro de la zona cero y que el calor había trasferido los dibujos del vestido a su ropa interior.
La zona más castigada está al norte, un lugar donde se realizaron tantas pruebas que recuerda a la superficie de la Luna. De hecho, los cráteres son tan similares que hasta once astronautas probaron sus trajes y sus equipos ahí antes de viajar al espacio. La Operación Plowshare creó un cráter tan grande, llamado Sedán, que los astronautas de las misiones Apollo lo utilizaron para entrenar dentro. Tiene unos 400 metros de diámetro por 100 de profundidad y es visible desde la órbita de la Tierra.
No muy lejos se ve una enorme estructura metálica y cilíndrica. "Es tan rara -dice Beck- que es difícil de describir". En un experimento llamado Huron King, esta especie de locomotora se colocó sobre una de las detonaciones y en su interior se simularon las condiciones del espacio y se investigó cómo funcionarían las comunicaciones por satélite en un entorno nuclear. Todavía no se puede acceder a su interior.
Aunque las más espectaculares eran las pruebas al aire libre, la mayor parte se hicieron bajo tierra. "En Rainier Mesa, al norte del Nevada Test Site -explica Beck- se construyeron unos 390 túneles entre 1951 y 1992 y se llevaron a cabo 67 detonaciones. También hay centenares de túneles verticales en los que se hicieron unas 600 pruebas”.
Operación Plumbob, 1957. Foto: Nv.doe.gov
El resultado de tantos años de pruebas es un pequeño laberinto de túneles bajo el desierto, un entramado de conducciones y refugios que aún esconde muchos de los equipos que se emplearon para las mediciones y que no han vuelto a ver la luz desde entonces.
El 2001 Johnson y su equipo descendieron hasta el búnker de Fizeau, situado bajo una antigua torre de radio en la que los militares detonaron una bomba de 11 kilotones en septiembre de 1957. Llevaban equipos de respiración y trajes protectores, y comprobaron que, aunque la explosión había dañado el refugio en buena medida, al menos tres equipos de medición estaban intactos, con los datos registrados 40 años atrás.
La sordidez de la guerra fría ha dado paso a tiempos más relajados y los recuerdos del Nevada Test Site se han convertido en algo casi pintoresco. Algunos de los objetos que Bill y Colleen recopilan son expuestos en el museo atómico de la ciudad, y los turistas pueden acceder a algunas zonas restringidas, como el Survival Town y sus alrededores.
"Lo más importante -opina Bill Johnson- es que las futuras generaciones podrán ver el poder destructivo de las bombas nucleares. La gente puede ver la destrucción en películas, pero ver su efecto real es mucho más impactante".
Información de LaInformacion.com. Resumen de Sophimanía
1 comentario:
¿Qué clase de sentimientos retorcidos podrían pasar por las mentes de las personas que, previas pruebas de la capacidad destructiva de estos artefactos con maniquíes y maquetas... decidieron soltarlos sobre dos poblaciones a sabiendas de lo que estaban haciendo?
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