Experimento hecho con grillos: Miedo a las arañas puede originarse antes de nacer

Foto: A. Vásquez

Se ha demostrado que los humanos nacemos con una aversión natural hacia arañas y serpientes. Son "fobias sanas" en el sentido que favorecen nuestra supervivencia en un ambiente salvaje. Lo que no sabe es cómo este miedo se codificó genéticamente.

Pero una reciente investigación hecha con grillos da algunas luces al respecto. Los investigadores pusieron grillos preñados en ambientes donde había arañas lobo a las que sus colmillos habían sido tratados para evitar que maten a sus presas. Pero sí podía acecharlas.

Así, algunos grillos preñados tuvieron horribles experiencias al ser acosados por las arañas lobo. Otros grillos (los del grupo de control) no tuvieron ningún contacto con las arañas.

Luego de que sus madres desovaran, las crías nacieron normalmente, pero había enormes diferencias entre ambos grupos. Los grillos bebés cuyas madres habían sido acosadas por las arañas lobo eran mucho más cuidadosos a la hora de merodear por los alrededores, y si hallaban excrementos o filamentos de tela de araña "se congelaban", un comportamiento que aminora las probabilidades de ser detectados por la araña.

Así, estos recién nacidos tenían como 113 por ciento más de probabilidades de sobrevivir que los que nacieron de madres no traumatizadas por las araña lobo, quienes no presentaban ningún cuidado ni aversión por estas depredadoras, convirtiéndose así en presas fáciles.

En humanos, un estudio del 2008 documentó que niños y adultos podemos detectar más rápidamente figuras de arañas y serpientes que de otros animales menos peligrosos.

Los investigadores creen que estas fobias nacieron cuando todavía éramos primates y las serpientes y arañas representaban un severo problema de supervivencia. Pero los resultados obtenidos con los grillos señalan que la transferencia de información de la madre a sus crías puede ser un fenómeno más común de lo que se creía, y que ocurre antes del nacimiento.

El gran misterio es el mecanismo que opera tras ese fenómeno. Aunque se supone que debe tratarse de alguna hormona, todavía nadie sabe cuál podría ser ni cómo funcionaría.

Información de LiveScience. Versión, edición y traducción de Sophimanía

Artículo original y completo (en inglés) aquí