Imagen: Fundación Nobel. Edición: Sophimanía
Cuando Alfred Nobel (1833-1896) dejó como legado destinar su fortuna a premiar aquellos campos que hacían mejor al ser humano, no pensó en la Economía. Sin embargo, la Real Academia Sueca de las Ciencias se vestirá hoy de largo para elegir al 42 Premio Nobel de Economía y conseguirá, con este gesto, seguir alimentando la gran traición al legado del inventor de la dinamita.
Al menos, eso opina Peter Nobel, uno de los herederos de Alfred Nobel, quien suscribió un artículo, publicado el 10 de diciembre 2004 en el diario sueco Dagens Nyheter, en contra de este galardón, cuyo verdadero nombre es Premio del Banco de Suecia de Ciencias Económicas en Memoria de Alfred Nobel.
El texto, firmado por el matemático Peter Jager, miembro de la Real Academia Sueca de Ciencias; el ex ministro de Medioambiente Mans Lorarroth, y el economista y ex miembro del Parlamento sueco Johan Lonnroth, criticaba que este galardón se concedía a trabajos cuya aportación a la mejora de la humanidad estaba más que en entredicho.
La elección de Finn E. Kydland y Edward C. Prescott ese mismo año 2004 destapó la caja de los truenos y empujó al citado grupo de economistas y matemáticos a rebelarse contra el galardón. Entre otros motivos, porque los flamantes ganadores habían defendido, 27 años antes, que los bancos centrales debían ser independientes.
Según ellos, habían descubierto un modelo matemático capaz de demostrar la idoneidad de que las políticas monetarias, y con ellas, la distribución de la riqueza, estuvieran fuera del control de los representantes elegidos democráticamente, poniendo así en jaque no sólo al sistema, sino la transparencia de la función pública.
El Nobel de Economía fue creado en 1968 por el Banco de Suecia, con motivo de su 300 aniversario, a imagen y semejanza de los auténticos Nobel y con una dotación de un millón de dólares (actualmente concede diez millones de coronas suecas, como los Premio Nobel).
"Lo que el Banco de Suecia hizo fue similar a una infracción contra una marca registrada, lo que significa un inaceptable robo a los verdaderos Premios Nobel. Dos tercios de esos premios fueron a economistas de Estados Unidos, a gente que especula en mercados de valores. Éstos no tienen nada que ver con el objetivo de Alfred Nobel de mejorar la condición humana y de propiciar nuestra supervivencia, ellos son exactamente lo opuesto".
Estas palabras, pronunciadas por Peter Nobel durante una entrevista con la economista estadounidense Hazel Henderson, concentran el sentir de todos los opositores al Premio del Banco de Suecia. La propia página web de la Fundación Nobel distingue entre los galardones elegidos por su fundador y el Premio en Ciencias Económicas, término que utiliza la Fundación para referirse al 'falso Nobel'.
Pero esto no evita la confusión, ni impide que, de facto, se eleve a la Economía al Olimpo creado por el inventor de la dinamita para la Medicina, la Fisiología, la Literatura, la Paz, la Química y la Física. A esta polémica se une el elevado número de economistas estadounidenses premiados por la Academia Sueca, la inmensa mayoría de ellos seguidores del liberalismo que tan bien encarna la Universidad de Chicago.
De hecho, este centro acumula el mayor número de premios Nobel de Economía del mundo (10). Este año vuelve a contar con un cándidato, Eugene Fama, cuya teoría de los mercados eficientes, que defiende que las acciones siempre se intercambian en su valor justo y, por tanto, los inversores nunca pueden adquirir títulos sobrevalorados, ha sido puesta más que en entredicho con la actual crisis financiera.
Más controvertido es justificar el premio concedido en 1997 a Robert C. Merton y Myron S. Scholes, por el nuevo método que desarrollaron para calcular el valor de los derivados. Éste fue puesto en práctica en el hedge fund Long Term Capital Management (LTCM), co-fundado por los dos premiados, que apenas un año después quebró y desató tal cataclismo financiero que la Reserva Federal tuvo que salir al rescate.
Estos ejemplos han llevado a los opositores al Premio del Banco de Suecia a pedir su abolición o, al menos, a exigir que se modifiquen los criterios de selección del ganador, con el objetivo de dirigirlos hacia descubrimientos que, realmente, ayuden a mejorar la sociedad.
Como el Grameen Bank, creado por el economista bengalí Muhammad Yunus y dedicado a conceder microcréditos a los pobres. Esta labor, efectivamente, fue merecedora de un Nobel en 2006, el de la Paz (no de economía). Ese mismo año, Edmund Phelps, de la Universidad de Columbia, fue reconocido con el galardón en Economía por su trabajo en el que redefinía la tasa natural de desempleo.
Cuando Hazel Henderson preguntó a Peter Nobel sobre estos dos galardones, el descendiente de Alfred Nobel respondió en referencia a Yunus: "Es la primera vez que un economista obtiene un Premio Nobel verdadero".
Artículo de Ruth Ugalde. Edición y resumen de Sophimanía
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