martes, 20 de septiembre de 2011

Tensa espera del impacto en la Tierra del satélite UARS


Imagen: NASA

Científicos de la NASA están haciendo su mejor esfuerzo para decirnos dónde es que caerá esta semana el satélite de seis toneladas. Es sólo que si se equivocan por un poquito, podría significar la diferencia entre caer en Florida, Nueva York o quizás en Irán o la India.

Señalar dónde y cuándo los desechos del satélite que se precipita, caerán, es una ciencia imprecisa. Por ahora, los científicos predicen que lo más pronto que caerá será este jueves 22 de setiembre y lo más tarde, el sábado 24 de setiembre. La zona de impacto cubre la mayor parte del planeta.

No es que los ciudadanos necesiten buscar refugio. El satélite se romperá en pedazos y los científicos calculan que las probabilidades de que le caigan a alguien es de 1 en 3,200. Hasta donde se sabe, los desechos espaciales jamás han herido a nadie. Tampoco se ha reportado propiedad alguna dañada por ese motivo. Eso es porque la mayor parte del planeta está cubierta de agua y porque hay vastas áreas deshabitadas.

Si de pronto usted se encontrara con algo que sospecha es un pedazo de un satélite, la NASA no quiere que lo toque o recoja. La agencia espacial dice que no tienen químicos tóxicos pero que sí pueden tener bordes cortantes. Además de ser propiedad del gobierno de Estados Unidos. Es ilegal guardarlo como souvenier o venderlo en eBay. Lo que la NASA recomienda es reportarlo a la policía.

El satélite de 20 años se espera que se rompa en más de 100 pedazos al entrar a la atmósfera, la mayor parte de estarán en llamas. Media tonelada de las partes más pesadas están hechas de titanio, acero inoxidable y berilio -y que representan apenas un décimo de la masa total del satélite de diez metros de largo y casi cinco de diámetro- se calcula que caerán en el planeta en un área aproximada de 800 kilómetros.

"Hay cosas pesadas que caen del cielo casi todos los años" apunta Jonathan McDowell, del Centro de astrofísica Harvard-Smithsonian, en Cambridge, Massachusets. Solo este año, señala, dos inmensas plataformas de cohetes rusos han caído. Las zonas de posible impacto se han señalado entre Edmonton y Alberta en Canadá y Aberdeen, Escocia y por el sur hasta Cape Horn, la punta más al sur de Sudamérica.

Cuando en 1991 este satélite UARS (Upper Atmosphere Research Satellite) fue lanzado para estudiar la capa de ozono, la NASA aún no prestaba mucha atención a aquello de: todo lo que sube tiene que bajar. Hoy en día, los satélites se diseñan para desintegrarse a su entrada a la atmósfera o para tener el suficiente combustible como para poder ser dirigido hasta una sepultura de agua o a alguna órbita perenne más alta.

La Estación Espacial Internacional -la mayor estructura construida por el ser humano que orbita el planeta- no es una excepción. La NASA tiene un plan para desarmarla de manera segura en algún momento después del 2020.

La vieja estación rusa Mir cayó en el Pacífico, en una re-entrada controlada a Tierra el 2001. Pero un antecesor, Salyut 7, cayó sin control en 1991. El último ingreso no-controlado a la atmósfera de un satélite grande de la NASA ocurrió en el 2002.

El caso más sonado fue el de Skylab, la estación espacial estadounidense temprana cuyo final hace tres décadas alarmó a la gente por la incertidumbre del lugar dónde caería. Al final chocó sin daño alguno en el Océano Índico y en partes remotas de Australia en julio de 1979.

En el caso del actual satélite UARS de $740 millones de dólares, fue retirado de servicio en el 2005 que la NASA rebajó su órbita con lo poco de combustible que le quedaba. La agencia espacial no quería dejarlo allá arriba más tiempo del necesario por temor a una colisión o a que explotara el tanque de combustible. En cualquiera de los dos casos huiera dejado mucha basura espacial.

Predecir dónde caerá es un poco como predecir el clima con algunos días de anticipación, según el científico de desechos orbitales de la NASA, Mark Matney. Los expertos creen que para el jueves deben tener una buena idea de cuándo y dónde caería. No podrán señalar una hora exacta pero sí estrechar el cálculo a unas pocas horas.

Dada la velocidad orbital del satélite de 28 mil kilómetros por hora, ó ocho kilómetros por segundo, una predicción errada en unos pocos minutos, puede significar un error de miles de kilómetros. Probablemente no se sepa con claridad dónde impactó hasta después de que suceda, aclara Matney. Si sucede durante la noche, debe ser visible.

"Si alguien tiene la suerte de estar lo suficientemente cerca a la zona de re-entrada durante la noche, verán tremendo show" apunta Matney, quien también trabaja en el Johnson Space Center en Houston, también una zona potencial de aterrizaje.

La basura espacial está hace tiempo incrementándose, mucha de ella está hecha de satélites averiados o destruidos y por pedazos de cohetes usados. Más de 20,000 objetos hechos por el hombre de por lo menos 10 centímetros de diámetro, están constantemente en vigilancia.

Son sobre todo una amenaza para los astronautas en el espacio, más que para gente en la Tierra. En junio, seis residentes de la Estación Espacial Internacional tuvieron que guarecerse de desechos errantes en los "botes salvavidas" de un Soyuz. El objeto no identificado pasó a 330 metros del complejo, convirtiéndose en el que más cerca ha pasado hasta el momento.

Información de la NASA. Versión, edición y traducción de Sophimanía

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